Ficha técnica

Colección: Las mágicas aventuras de la bruja Pamplinas. Libro 6

Autor: Sergio Luz

Ilustradora: Begoña Monge Moreno

Contenido: tres cuentos con 13 ilustraciones a color

Edad: de 6 a 12 años

Formato: 14 cm x 20,4 cm

Número de páginas: 116

Encuadernación: rústica

ISBN: 978-84-126190-5-8

Salida a la venta: 3 octubre 2023

Precio: 10,95 €

En un día lluvioso la bruja Pamplinas, Milkifú y Luf estaban a gusto en su casa. La bruja asaba castañas, Milkifú dormitaba plácidamente y Luf revoloteaba queriendo participar en todo. De repente, comenzaron a suceder cosas muy extrañas: alguien había comido la mitad de las castañas, el chocolate caliente que preparaba la bruja se convirtió en un volcán de espuma marrón, nuestros amigos flotaron en el aire después de tomar una simple infusión... ¿Qué más cosas ocurrirán a continuación? Y ¿por qué? Os invitamos a descubrirlo.

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Era un día lluvioso y de tormenta. La bruja Pamplinas, Milkifú y Luf estaban en casa, al lado de la chisporroteante chimenea. La bruja asaba castañas. Milkifú, el gato negro de ojos verdes, dormitaba, como de costumbre. Luf, la inquieta lechuza gris, revoloteaba sin parar por la habitación; se posaba aquí y allá, se acercaba a Pamplinas para ver lo que hacía y charlar con ella.
—¡Qué bien te están saliendo estas castañas asadas! —comentó la lechuza—. Huelen que alimentan.
—Sí. Hay que tomarlas calentitas—dijo la bruja—. Como no se despierte Milkifú, se las va a perder.
—De eso nada. ¡Ayyy!... Ni lo sueñes —habló el gato entre bostezo y bostezo—. Yo siempre estoy despierto para las cosas importantes.
La bruja Pamplinas dejó el plato con las castañas sobre la mesa. Se fue a la cocina y cogió una fuente para las cáscaras. Al volver, preguntó asombrada:
—¿Quién se ha tomado la mitad de las castañas? Estaba el plato lleno y ahora faltan muchas....

El troll del bosque tiene un amigo que se aburre mucho. Se trata del troll Murg. El pobre tiene rollitis severísima: una grave enfermedad. ¿Podrá la bruja Pamplinas encontrar un remedio a su mal? ¿Qué se le ocurrirá esta vez?

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Un día como otro cualquiera, la bruja Pamplinas estaba muy atareada preparando mermelada de fresa en una gran olla. La removía con una cuchara de madera y, con cuidado, quitaba la rosada y dulce espuma de su burbujeante superficie y la depositaba en un plato. Toda la casa olía a fresa y azúcar. Milkifú ronroneaba paseándose alrededor de la bruja. El gato se relamía los bigotes queriendo probar la deliciosa y suave espuma.
—No seas pesado, Milkifú, que me distraes —le decía Pamplinas—. Luego te la doy. Ahora no puedo dejar de remover.
De pronto y sin previo aviso, la casa se giró emitiendo un ruido de protesta. El plato con la espuma se deslizó por la mesa cayendo encima de la cabeza del gato. Este, sin quejarse, sacó su rosada lengua para lamer los churretes de la mermelada que iban deslizándose por su cabeza.
—Huumm... ¡Está muy rica, pero el servicio es un desastre! —comentó Milkifú.
—Si no he sido yo. Ha sido la casa, que se giró de repente —aclaró la bruja—. Y eso significa que alguien ha venido. ¿Quién es?...

En un día radiante la bruja Pamplinas decidió sembrar tesoros por el bosque. Sus fieles amigos Luf y Milkifú la ayudan en su propósito. ¡Vaya ocurrencia! ¿Os imagináis qué tesoros sembrará nuestra bruja? ¿Crecerán los tesoros sembrados? ¿Qué frutos darán? ¿Alguien encontrará esos tesoros? Y ¿qué pasará a continuación?

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Nacía un día radiante. El sol acariciaba suavemente los rostros de los habitantes del bosque. A la bruja Pamplinas la saludó con un cálido beso en la mejilla. La bruja se sonrió y, desde la puerta de su casa, gritó muy alto con alegría:
—¡Hola a todos! —y dirigiéndose a Luf y a Milkifú prosiguió—: ¡Hace un día precioso! Dan ganas de pasear.
—¡Sí, sí! ¡Buena idea! Me apunto —contestó entusiasmada la lechuza.
—Pues yo no —replicó Milkifú—. Estoy muy a gusto en casa. Además, tengo que vigilar que estos descarados ratones no vuelvan a atacar el magnífico queso que tenemos en la despensa.
—¿Estás seguro que han sido los ratones y no tú? —preguntó Pamplinas sonriendo.
—¿Yo? ¿Qué dices? Si soy un inofensivo gato y, por otra parte, todo el mundo sabe que son los ratones los que se comen el queso.
—Yo también tengo mis dudas al respecto —intervino Luf—. ¿No será que eres sonámbulo y te levantas en...